La Santidad de todas las cosas vivas. Al ser la mente transformada mediante el perdón, la santidad se trae a la consciencia. Contemplamos en todas las cosas vivas lo que hemos visto dentro de nosotros. Todas las cosas vivas son santas porque nosotros lo somos.
Tolerancia: “La actitud de alguien que está dispuesto a aceptar las creencias de otro, su manera de vivir, etc, sin criticarlos incluso si no están de acuerdo con ellos”. Diccionario Macmillan.
El individuo con menos yo o menos ego no busca metas interesadas; no tienen deseos egoístas. Ellos buscan solamente los intereses que benefician a otros en su totalidad. Y así es como un discípulo de Jesús en Un Curso de Milagros aprende a vivir su vida, al dirigirse a la Voz de Dios como el Maestro al que dirigirse y que nos guía en nuestra cotidianidad.
Enseñar Paz. El camino hacia la paz es mediante el perdón, que elimina los obstáculos para lograrla. Si quieres la paz de Dios, todo lo que interfiere con ella ha de ser deshecho. Los estudiantes de Jesús en Un Curso de Milagros están con él y enseñan Su paz en cualquier tentación de percibir conflicto.
Relaciones. Se transforman bajo la guía del Espíritu Santo para convertirse en un lugar de sanación y perdón, dónde cada uno se responsabiliza de lo que proyecta en el otro. Se convierten en los medios para perdonarse a sí mismo, la relación pasa de servir al ego a servir a Dios.
No juicio. La totalidad del entrenamiento mental está dirigido al deshacimiento de la mente enjuiciadora de la construcción del yo egoica. Al aprender que la percepción es inherentemente enjuiciadora, por lo tanto, se requiere una nueva percepción de todos y de todas las cosas si queremos ver verdaderamente y aprender a apreciar a nuestros hermanos como los santos y queridos Hijos de Dios.
Bondad. Aquellos que aprenden a perdonarse a sí mismos son totalmente amable con todos los que se encuentran, respondiendo con amabilidad y cuidado.
Dicha. Dios ofrece sólo su alegría a todos los que quieran unirse a Él en Su propósito para traer sólo alegría a sus amados niños que han caído al sueño de miseria y de dolor. Los milagros despiertan la llamada a la alegría y esta anima a todos a compartirla, a unirse en sanación y en paz.
La honestidad es necesaria para la confianza y la comunicación porque implica que no hay nada que quieras ocultar. También implica integridad porque no hay nada contradictorio en la comunicación. Los verdaderamente honestos son aquellos que comunican su alegría con los que se encuentran.
Servicialidad. Estamos aprendiendo a ser verdaderamente de ayuda en toda situación al escuchar la Voz de Dios y Su guía sobre qué hacer o decir. Ser de verdadera ayuda es responder ante cualquier aflicción con amor, mirar a todos con ‘percepción sanada’, que es ‘verlos’ con ojos perdonados.