Relaciones

Relaciones. Se transforman bajo la guía del Espíritu Santo para convertirse en un lugar de sanación y perdón, dónde cada uno se responsabiliza de lo que proyecta en el otro. Se convierten en los medios para perdonarse a sí mismo, la relación pasa de servir al ego a servir a Dios. Bajo Su guía las relaciones se convierten en un jardín de paz, unión y alegría y un lugar donde todos son bienvenidos e invitados a unirse a nosotros en esta alegría. 

 “Tu relación especial se convertirá en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a través de tu relación santa. Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que se cruce en tu camino. La bendición que el Espíritu Santo ha derramado sobre tu relación santa se extenderá a través de ella” T-18.II.7

“La relación santa, que es un paso crucial hacia la percepción del mundo real, es algo que se aprende. Es la relación no santa de antes, pero transformada y vista con otros ojos. La relación santa es un logro educativo extraordinario. La relación santa es en todos sus aspectos, comienzo, desarrollo y consumación, lo opuesto a la relación no santa. T.17.V.2

“La relación santa parte de una premisa diferente. Cada uno ha mirado dentro de sí y no ha visto ninguna insuficiencia. Al aceptar su compleción, desea extenderla uniéndose a otro, tan pleno como él. No ve diferencias entre su ser y el ser del otro, pues las diferencias sólo se dan a nivel del cuerpo. Por lo tanto, no ve nada de lo que quiera apropiarse. No niega su propia realidad porque ésta es la verdad. Él se encuentra justo debajo del Cielo, pero lo bastante ceca como para no tener que retornar a la tierra. Pues esta relación goza de la santidad del Cielo. ¿Cuán lejos del hogar puede estar una relación tan semejante al Cielo? T-22.In.3

 “¡Piensa en lo que una relación santa te podría enseñar! En ella desaparece la creencia en diferencias. En ella la fe en las diferencias se convierte en fe en la igualdad. Y en ella la percepción de diferencias se transforma en visión. La razón puede ahora a llevaros a ti y a tu hermano a la conclusión lógica de vuestra unión. Tiene que extenderse más allá de sí misma, tal como vosotros os extendisteis más allá del cuerpo para hacer posible vuestra unión. Y ahora la igualdad que visteis se extiende y elimina finalmente cualquier sensación de diferencia, de modo que la igualdad que yace bajo todas las diferencias se hace evidente. Éste es el círculo dorado en el que reconocéis al Hijo de Dios. Pues lo que nace en una relación santa es imperecedero.” T-22.In.4

 “En este mundo, el Hijo de Dios se acerca al máximo a sí mismo en una relación santa. Ahí comienza a encontrar la confianza que su Padre tiene en él. Y ahí encuentra su función de restituir las leyes de su Padre a lo que no está operando bajo ellas y de encontrar lo que se había perdido…Así pues, las partes separadas del Hijo de Dios se unen gradualmente en el tiempo, y con cada unión el final del tiempo se aproxima aún más. Cada milagro de unión es un poderoso heraldo de la eternidad. Nadie que tenga un solo propósito, unificado y seguro, puede sentir miedo. Nadie que comparta con él ese mismo propósito podría dejar de ser uno con él.” T.20.V.1

 “En el instante santo tú y tu hermano os encontráis en el altar que Dios se ha erigido a Sí Mismo y a vosotros dos. Dejad a un lado la falta de fe y venid a él juntos. En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue renovada por la fe. Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no pueda perdonar” T-19.I.14